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¡Peñalosista!
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¡Petrista!
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¡La suya!
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¡Ambientalista!
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¡Capitalista!
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¡La suya!
El alcalde electo, Enrique Peñalosa, pretende
urbanizar en los terrenos de una reserva forestal al norte de la ciudad. Pero
esta reserva no es cualquier pastizal (aun cuando en el momento tenga muchos),
es una región de incalculable valor ambiental y ecológico que ha sido
minuciosamente estudiado y enormemente apreciado por la academia. Justamente
por esta razón se decidió convertirla en una reserva forestal urbana,
probablemente la que podría llegar a contener al bosque urbano de mayor envergadura
en América Latina.
Existe, sin embargo, una creciente necesidad de
viviendas para atender el crecimiento poblacional de la capital del país, en lo
cual el burgomaestre no miente. Ése es uno de los principales argumentos
esgrimidos por él. Es un crecimiento
que, como él dice, ya está ocurriendo pero de forma desordenada, no regulada y
sin un plan que vele por la calidad de vida y el desarrollo sostenible.
Entonces el alcalde tiene razón en que es necesario crear áreas de vivienda
densa, con calidad de vida y con transporte masivo de bajo costo, lo cual
disminuye el consumo energético. Reconstruir áreas ya urbanizadas supone una
serie de limitaciones, especialmente porque los modelos de construcción y
crecimiento han sido terriblemente devastadores con el medio ambiente,
recuperar los suelos ya urbanizados sería una tarea sumamente costosa. Así
pues, el alcalde de turno prefiere construir desde cero para tener libertad de
creación y decisión, y eso no está mal. Es bien sabido que existe una tendencia
a la creación de ciudades planeadas y al parecer este es el sueño del Alcalde,
que así pretende atender las necesidades de la sociedad, el medio ambiente y la
economía.
Infortunadamente no todo es color de rosa pues el
sueño del alcalde tiene lugar, al menos en parte, justo sobre la Reserva van
der Hammen. Y digo en parte porque no es, como algunos intentan plantear, el
único lugar que se pretende urbanizar, aunque sí uno de los más importantes. Pero
el problema no es únicamente la intención de desestimar los estudios que
declaran necesaria la conservación de la reserva: se sabe también que hay
enormes intereses económicos por parte de la asociación de propietarios de los
terrenos (ASODESCO) que están dentro de la misma, a quienes la declaración de
zona de reserva les depreció significativamente el valor de sus predios motivo
por el cual la propuesta del alcalde les es de gran interés.
A pesar de que en general no se piensa – esto
incluye al panel de expertos que declararon la condición de reserva – que el
alcalde esté buscando obtener un lucro a partir de la urbanización, sí es
evidente que tanto la asociación de propietarios como los gremios de la
construcción estarían gestionando una enorme presión sobre múltiples organismos
para conseguir el cambio en los usos de la tierra que les permitiría
revalorizar su patrimonio, en el caso de los dueños, o ganar contratos de
construcción.
¿Pero por qué Peñalosa es tan insistente y terco
con el área donde debe ser ubicado cerca del 25 % de la llamada Ciudad Paz? El alcalde
abrió los oídos y entendió que la reserva tiene estudios y es una región
importante a pesar que no entienda muy bien por qué, lo cual es evidente cuando
después pide estudios que demuestren que la región es significativamente
diferente a otras zonas de la Sabana de Bogotá. Es esta falta de entendimiento
la que lo lleva a insistir tercamente en construir en este lugar, pero el sí
sabe que tiene de diferente en otro sentido: múltiples proyectos de
construcción frenados, que se traducen en apoyo político y financiero para sus
proyectos. Aunque si vamos a hablar de intereses económicos es curioso la poca
atención que se ha prestado sobre Ciudad Mosquera (pero eso será tema de otra
discusión).
A excepción de Julio Carrizosa, el panel y la
ciudadanía se ha limitado a rechazar la propuesta del alcalde sin ofrecer
alternativas. ¡Para eso lo eligieron: para que nos resuelva la vida, porque la
sociedad la hacen los políticos y no los ciudadanos! ¿verdad? Los biólogos,
ambientalistas y otros agregados, a veces nos quedamos en decir que hay que
proteger pero rara vez nos metemos a resolver las necesidades de la sociedad
asociadas al inevitable crecimiento poblacional. Entonces obvio ese trabajo les
queda a otros que hacen lo que pueden con lo que conocen o les conviene por
facilidad y que cuando piden ayuda se encuentran con un “no, no sé, pero eso
que usted dice no se puede hacer”. Mencioné al inicio del párrafo a Julio
Carrizosa porque, en el foro que tuvo lugar en la Universidad de los Andes el
pasado 17 de febrero, fue el único que se atrevió a dar una sugerencia al
alcalde. “Construya ciudad paz en el Centro Ampliado. Olvídese que eso lo dijo
Petro”. Sin embargo, hay dos posibilidades, la primera en la que parece que el
panelista no prestó mucha atención minutos antes cuando el alcalde explicaba el
proyecto de desarrollo de vivienda que se resume en la siguiente tabla:
Redesarrrollo urbano (densificación centro ampliado,
entre otros) à 300.000 viviendas
Ciudad Norte (Reserva van der Hammen y anexos) à 494.000 viviendas
Ciudad Mosquera à 417.000 viviendas
Ciudad Río à 350.000 viviendas
Ciudad Soacha à 291.000 viviendas
Total à
2’052.000 viviendas
Déficit (otros municipios y sin resolver) à 848.000 viviendas
Al parecer Peñalosa ya había incluido el centro
ampliado y otras zonas de la ciudad en su intención de densificar la ciudad. En
este punto debo ser bien crítico de las declaraciones del alcalde pues ha hecho
declaraciones falsas. Para justificar la escasa construcción de vivienda dentro
de la ciudad – apenas cerca de un 16 % de lo planeado – se basa en que
supuestamente Bogotá es la quinta ciudad más densamente poblada en el mundo, y
yo no sé de donde habrá sacado esa cifra pero Bogotá no es la quinta ni la
sexta ni la décima ciudad más densa del mundo, aunque también es cierto que no
se está haciendo nada para densificarla (Petro) y que si se densifica en zonas
céntricas éstas no serían precisamente de interés social pues, como ha sido
ampliamente estudiado, hay una fuerte correlación negativa entre la distancia a
los núcleos urbanos de importancia – prestación de bienes y servicios,
actividad financiera, cultural, etc. – con el ingreso de los habitantes y el
valor de la vivienda.
Una segunda posibilidad podría ser que con su
sugerencia Carrizosa haya hecho un cuestionamiento a las cifras presentadas por
el alcalde. ¿Qué tan equivocadas están las proyecciones del Alcalde sobre el
crecimiento de Bogotá y sobre la posibilidad de densificarla (número de
viviendas posibles de ser construidas al interior)? No puedo sino recomendar
seguir la sugerencia de Peñalosa y de Carrizosa, revisemos las cifras, que el
próximo debate gire en torno a ellas, que si se puede densificar más las ciudad
se muestre cómo y dónde. Ciertamente densificar dentro de lo ya urbanizado
traería ventajas en cuanto al consumo energético de la ciudad, pero también es
preciso analizar las implicaciones que esto generaría a nivel económico,
ambiental, social y hasta en la movilidad.
De la discusión generada por esta confrontación es
importante destacar tres puntos principales:
1) Nuestra
idiosincrasia pasa cada vez una factura mayor: preferimos pelear y odiar al
contrario, agarrarnos a madres y memes, en vez de dialogar y buscar soluciones.
La tendencia a la polarización es enorme y está siendo ampliamente explotada
por unos cuantos políticos que no se dan cuenta que ad portas de un posible
post conflicto, los discursos de odio deberían estar mandados a recoger.
2) Nuestra
escasa o nula atención al medio ambiente: Sólo pensamos en proteger cuando
alguien quiere intervenir. Fue así como en el año 2000 tras la presentación del
proyecto de cambio de uso de los suelos se reunieron los expertos a decir que
había que proteger el área. Sin embargo pasaron 11 años desde que el Ministerio
dio la orden hasta que finalmente fue declarada como área de reserva por la
CAR, otros 3 para que se dictaran disposiciones y quien sabe cuántos más (ya
van 2 años) para que se comience a ejecutar. Sin embargo, la reserva tiene
también una importancia simbólica, si se tumba esta, se pueden tumbar otras. La
reserva van der Hammen debe ser intocable, pero no puede seguir como está. Eso también se lo debemos exigir a los encargados de dicha gestión.
3) La
falta de interacción entre las ciencias y el desarrollo social y urbano: Como
parte del gremio de biólogos muchas veces he reclamado de la poca importancia
que se nos da y de cómo se nos restringe el área de actuación casi que
exclusivamente a la docencia. Sin embargo, muchas veces se requieren
iniciativas privadas para conseguir esos campos de acción. Dónde están los
grupos formados entre biólogos, ecólogos, arquitectos, ingenieros civiles y
ambientales haciendo proyectos de vivienda. La mayoría trabajan por separado
con muy buenas intenciones hacia el desarrollo sostenible – cuando ese nombre
no se usa simplemente para hacer marketing y cobrar más caro – pero con enorme
desconocimiento de los procesos involucrados o las posibles herramientas.
Muchos ambientalistas se han quedado en la permacultura como modelo
alternativo, pero esto es un sueño que simplemente ignora que ciudades de la
envergadura de Bogotá no se sostienen con permacultura. Si bien hay hermosas
casas de bahareque, laboratorios especializados, hospitales y edificios
densamente habitados no se pueden construir con esa técnica. Por otro lado
están arquitectos e ingenieros civiles creando nuevos diseños de captura de
luz, de uso mínimo de agua, aplicando calentadores solares y paneles a sus
construcciones. Sin embargo, seguimos usando hormigón e infinidad de polímeros derivados
del petróleo. Es necesario un trabajo conjunto en el desarrollo de materiales
nuevos, en el aprovechamiento de los existentes y en la minimización de sus
efectos ambientales. Es necesaria la existencia de consultores de las ciencias
biológicas que implementen la biomimética en el diseño de estructuras y centros
urbanos de modo que se minimicen las pérdidas de residuos (contaminación) y energía.
Preguntémonos entonces ¿Cómo debemos crecer? ¿Cómo
hacemos para ocupar la menor cantidad posible de sabana? Algo cierto es que el
centralismo debe ir desapareciendo y debemos aprovechar los otros municipios
para crear alternativas a Bogotá. Esta, sin embargo, es una opción a muy largo
plazo y requiere de una coordinación a nivel nacional bastante compleja, se
necesitan soluciones inmediatas para el crecimiento de Bogotá. ¿Vamos a seguir
peleando o a construir opciones de cambio?
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