...Por: David Andrés Casilimas Díaz...

jueves, 4 de diciembre de 2014

505

La habitación 505 del Hotel AM se abrió por primera vez hace algunos meses. En ella esperé en medio del humo de unos viejos Lucky Strike que había guardado hacía cerca de diez años el día en que prometí no volver a fumar. Me embriagué por cinco días con el alcohol de las memorias que impregnaban cada uno de los rincones de la estancia. Lo destilé a punta de recorrerlos y exprimirlos contra mi cabeza. A las diez con cincuenta y un minutos de la mañana, justo cuando iniciaba el día seis, me asomé por la ventana. Coloqué un pie en el alféizar y empujé con fuerza. Me quedé allí tambaleando mientras la ropa se congelaba por pedazos con el viento invernal y los pequeños carámbanos de hielo que éste traía. Sentí que ya no apestaba más. El olor que se había acumulado los días anteriores en esa ropa, una que no me quería cambiar, desapareció. O por lo menos se había neutralizado con el frío.

Abajo en la calle personas y automóviles pululaban. Si bien era un sector de oficinas, no entendía por qué ese día había una cantidad tan inusual de taxis negros  cuyos modelos no superaban el año 85. Aún tenía calientes los dedos de los pies. Encontraba mucho más agradable el contraste del pulgar con el vacío que con la negra  lámina de acero sobre la que estaba parado. Parecía que a excepción de mi cuerpo, el resto de cosas carecían completamente de color. 

In my imagination you're waiting lying on your side with your hands between your tights.

Al  mirar hacia adentro,  la cama estaba vacía. Aun ahora puedo observar la escena en mi mente como si estuviera pasando ahora mismo. <<Doy un pequeño salto que me coloca justo frente al radiador que calienta la habitación. A menos de un paso de distancia está el colchón, me giro y caigo sobre unas sábanas inmaculadas. Sentado con la cabeza entre las manos y los codos en las rodillas busco lo que me haga falta para poder salir de allí. Una media y luego la otra…  ¿Dónde dejé mis zapatos? Creo que uno cayó bajo la cama y el otro quedó junto al vestidor  a la entrada del baño. Al agacharme, siento el calor irradiado por ese acordeón blanco casi empotrado en la pared, las construcciones de mediados del siglo pasado aún conservan aterradoras calderas en sus sótanos para sobrellevar la inclemencia del invierno. Sin embargo, el hotel no tiene más de 10 años de haber sido construido.>>

Efectivamente, encontré mi zapato derecho bajo la cama, me lo puse y di unos cuantos saltos para llegar al vestidor, algo completamente absurdo puesto que ya había deambulado descalzo por todo el lugar. Amarré los cordones del pie izquierdo y me coloqué el abrigo de lana Melton que había dejado en el perchero de madera junto a la puerta. En cuanto lo tuve puesto recordé porqué lo había comprado, eran esos sutiles pespuntes que lo ajustaban a la silueta los que hacían que al usarlo, aun cuando soy bastante cuadrado y alto, no pareciera un refrigerador. Este simple hecho me hizo sentir erguido y fuerte, con más determinación que nunca para abandonar la habitación. Vacilé dos segundos antes de cerrar la puerta con llave.

Ya no se podía extraer una gota más de licor de aquel cuarto.


***

lunes, 24 de noviembre de 2014

Breve Análisis del Libre Albedrío: una Perspectiva Evolutiva.

El problema del libre albedrío (LA) ha sido abordado tradicionalmente por los filósofos y más recientemente por la psicología cognitiva, comportamental y las neurociencias. Aun cuando en dichas áreas existan algunas posturas frente a la existencia o no del libre albedrío, el proceso evolutivo de los organismos puede proveer información relevante para la discusión.

Teniendo en cuenta que el fenómeno del LA ha sido adjudicado a nosotros, los seres humanos, y, en algunos casos, a otros animales cercanos pero nunca a otras entidades no vivas, el problema sobre la existencia o no del fenómeno es claramente uno que atañe a la biología. Especialmente a la biología del comportamiento.

El gran Biólogo y genetista ucraniano Theodosius Dobzhansky (1973) acuño acertadamente la frase “nada en la biología tiene sentido si no a la luz de la evolución” al usarla como título del famoso artículo publicado en “The American Biology Teacher”. De esta manera, y resumiendo, si el problema del libre albedrío es también de la biología del comportamiento, y ésta solo tiene sentido desde la perspectiva evolutiva, es preciso entonces examinar el fenómeno desde dicha óptica. Sin embargo, antes es necesario definir de forma más explícita algunos conceptos.

La aceptación o no del libre albedrío guarda una estrecha relación con la posición asumida sobre la naturaleza del universo: determinismo causal, comportamiento estocástico o algún punto intermedio entre esos dos extremos (Fischer, Kane, Pereboom, & Vargas, 2007).

En un sistema determinístico todos los eventos dependen necesariamente de las condiciones previas, hasta el más mínimo detalle. Esto hace que los hechos sean consecuencias estrictas del estado del sistema en cuestión (Schulz & Sommerville, 2006; Warfield, 2000). El determinismo causal ha sido la visión más aceptada por la academia, sin embargo, con el surgimiento de la mecánica cuántica aparecieron muchos interrogantes para los deterministas. Si bien estos constituyen un gran desafío, el comportamiento probabilístico derivado del principio de incertidumbre de Heisenberg, está restringido a la escala cuántica siguiendo las consecuencias que tiene la magnitud de la constante de Planck en niveles macro (Chaddha, 2006).

Por otro lado, un sistema estocástico es caracterizado por la aleatoriedad y la ausencia de causalidad, esto es: la ocurrencia de un evento es independiente del estado previo del sistema y no mantiene relación alguna con eventos anteriores o futuros. El último escenario es aquel en el que los fenómenos de la realidad presentan componentes determinísticos y aleatorios (Fischer et al., 2007).

La comprensión de los modelos anteriores es vital para la proposición de hipótesis sobre la existencia o no del LA. Sólo haría falta una definición más, una fundamental. ¿Qué es el libre albedrío?

Existen diversas definiciones de este concepto, la diferencia generalmente radica en la intención que tenga el autor de aceptar o rechazar una posición dada. El problema del LA aparece desde la antigua Grecia cuando las personas se comenzaron a preguntar si tenían pleno control de sus actos o si éstos estaban determinados por factores ajenos a ellas mismas. Tragedias como “Edipo Rey”, de Sófocles, o “Medea”, de Eurípides, muestran la idea de un destino establecido por los reyes del Olimpo, plasmado en la forma “Deus ex machina”. Las acciones son determinadas por dios arbitrariamente.

Después del romanticismo, y con la llegada del método científico y la filosofía moderna, el determinismo causal estableció que el universo se rige por reglas básicas. Las dos opciones, “deus ex machina” y determinismo causal, apuntan a una definición de LA en la cual, para existir, el agente debe tener la plena posibilidad de actuar de forma distinta a lo establecido por las leyes naturales o por la voluntad de los dioses. Estas posiciones se conocen como determinismo radical y determinismo teológico, respectivamente. Las dos rechazan la existencia del libre albedrío (Fischer et al., 2007).

Paralelamente, los teóricos que rechazan el determinismo se dividen en dos corrientes: libertarianismo e incompatibilismo pesimista. La primera asume que puesto que el universo no es determinista, el libre albedrío tendría cabida, ya que el sujeto no está atado a sus condiciones previas. La segunda, mucho más sensata a mi parecer, establece que incluso si el universo fuera estocástico, no existiría el LA, pues las acciones de los sujetos no serían determinadas por ellos mismos si no por el azar.

En este punto solo resta una última combinación: quienes aceptan la existencia del determinismo y a su vez del libre albedrío, el compatibilismo. Esto puede lograrse de dos formas: la primera es mediante una falacia semántica en la que el significado de libre albedrío cambia y establece que los agentes son libres en tanto las pulsiones que en ellos surjan – aun cuando sean generadas por causas genéticas, ambientales o históricas – puedan expresarse sin sufrir represión por parte de otros individuos. Decir que la rosa vuela porque mi canario se llama “Rosa” es un absurdo, es por esto que cambiar la definición de libre albedrío constituye una falacia o por lo menos una respuesta ad hoc frente a un problema complejo. Sin embargo, dicha definición es empleada por filósofos como Daniel Dennett (1981) quien se incluye entre los compatibilistas.

La segunda versión de compatibilismo es justamente aquella que puede ser evaluada desde el punto de vista evolutivo para determinar su plausibilidad, el libre albedrío como una propiedad emergente.

Las propiedades emergentes son irreducibles en tanto que sólo aparecen cuando múltiples unidades relacionadas trabajan de forma conjunta, la diferencia entre las propiedades moleculares y molares es mayor a medida en que aumenta la complejidad de las interconexiones entre los subsistemas. Uno de los efectos principales y más asombrosos de la evolución es precisamente la aparición de sistemas complejos, si bien el aumento de complejidad no es un objetivo del proceso evolutivo, es esto lo que ha ocurrido en numerosos taxa (Maynard Smith & Szathmáry, 2000).

El aumento en la complejidad de los sistemas genera que el comportamiento de los mismos dependa de una mayor cantidad de factores, los cuales ejercerán un mayor o menor efecto sobre el mismo. Cuando las condiciones iniciales del sistema son altamente sensibles a variaciones, por pequeñas que estas sean generarán una gama enorme de posibles resultados. Esta característica define apropiadamente a los sistemas caóticos (Gleick, 2011), regresaremos a este punto al describir las características de las causas últimas del LA.

A lo largo de la evolución han sido alcanzados diferentes niveles de complejidad y en cada uno de ellos están presentes diversas propiedades emergentes, de hecho la reproducibilidad del ADN es una propiedad emergente derivada de las propiedades primarias, secundarias y terciarias de esta molécula. Sin embargo, el LA ha sido adjudicado casi que exclusivamente a los seres humanos, especie que difiere esencialmente de las demás, al parecer, por su capacidad de desarrollar lenguaje (Maynard Smith & Szathmáry, 2000). Siguiendo este razonamiento, es de esperar que si el libre albedrío es una propiedad emergente, éste pueda ser rastreado filogenéticamente. Encontrar sus causas próximas y sus causas últimas.

En este punto es necesario aclarar que el libre albedrío no es un comportamiento sino un paradigma bajo el cual se puede ejecutar o producir comportamiento. Así, al momento de analizar las causas próximas o últimas, lo que tenemos que evaluar es si la forma en que los comportamientos son ejecutados se ajusta, o no, a dicho paradigma.

Para que el sujeto tenga control de sus comportamientos es indispensable que sea consciente de la decisión que va a tomar – lo cual de hecho implicaría un ente metafísico independiente de todo el sistema físico que actúa sobre el organismo – y sólo después sean movilizados los mecanismos para ejecutar el comportamiento. Sin embargo, varios estudios han evaluado los procesos de activación cerebral durante tareas de toma de decisiones y ejecución de las mismas con resultados contrarios a la hipótesis planteada al inicio de este párrafo (Smith, 2011). En efecto, Fried et al., (2011) encontraron activación cortical previa (aproximadamente 1,5 segundos antes) al tiempo en el cual un participante indicaba que surgía la intención de ejecutar un comportamiento específico como mover un dedo. Lo más interesante es que los investigadores consiguieron predecir la decisión del participante en un 60% de los casos. Estos descubrimientos apuntan a que las decisiones son tomadas mucho antes de que el sujeto sea consciente de lo que va a hacer después, en este sentido el comportamiento en respuesta a estímulos ambientales en conjunto con el estado del organismo simplemente ocurre. Posteriormente el cerebro procesa la información y la hace consciente, generando la ilusión del libre albedrío.

Resulta sumamente excitante preguntarse cuál puede ser el valor adaptativo de dicha ilusión. Vohs y Schooler (2008) realizaron un estudio en el cual fue evaluada la frecuencia con que los participantes hacían trampa en un juego de computador en dos grupos de sujetos. El primero tenía que leer, antes de jugar, un texto explicando el determinismo y cómo este concepto negaba la existencia del LA; el segundo grupo leyó un texto neutral también antes del juego. Curiosamente los sujetos del grupo instruido a no creer en el libre albedrío hicieron un mayor número de trampas.

En un segundo experimento, los participantes hacían un test que sería corregido por ellos mismos sin supervisión o forma alguna en que alguien conociera los resultados de la prueba. Después ellos recibirían un dólar por cada respuesta correcta. Nuevamente los sujetos que leyeron textos relacionados al determinismo fueron quienes obtuvieron mayores sumas de dinero. Aun cuando el estudio presenta un sesgo debido a que no se pudo establecer si las sumas ganadas eran por causa de fraude o porque los sujetos efectivamente tuvieron un mejor desempeño en las pruebas, los resultados sugieren que existe una tendencia a actuar de forma inmoral más frecuentemente en los participantes alentados a no creer en el libre albedrío (Vohs y Schooler, 2008).

Los autores proponen que el incremento del comportamiento inmoral puede deberse a una pérdida de la responsabilidad inducida al conocer que el sujeto no tiene control consciente de sus decisiones. Si ponemos estos resultados en paralelo con lo encontrado en el famoso experimento Milgram (1963), es posible pensar que la noción de liberarse de la responsabilidad sobre un hecho permita una mayor ocurrencia de comportamientos inmorales, bien sea por la descarga de la responsabilidad en una figura de autoridad o en la “respuesta automática” del propio organismo.

Parece, entonces, que la ilusión del LA tiene un rol importante en la motivación de los individuos al hacer énfasis en la idea de que son responsables de su propia conducta y por tanto facilitando la ejecución de algunos comportamientos, en este caso relacionados al sentido moral que ha probado elevar el fitness a niveles poblacionales (y no exclusivamente individuales) al favorecer comportamientos altruistas.

Este tipo de comportamiento es posible por la complejidad de nuestro sistema nervioso y la información almacenada en forma de lenguaje, por lo que podemos considerarlo como una propiedad emergente. En este tipo de dinámicas el número de factores involucrados es descomunal y junto con la complejidad de procesamiento de dichos factores por el propio sistema, se hace casi imposible predecir en muchas ocasiones cuáles serán las respuestas de un organismo. No obstante, el que algunos comportamientos no puedan se predichos, no elimina el determinismo de la misma manera en que la imprevisibilidad del clima no hace que la atmosfera posea libre albedrío o deje de presentar un comportamiento caótico. Mucho menos implica la existencia de un ente metafísico.

Como demostraron Vohs y Schooler (2008), la noción de paradigma bajo el cual el comportamiento es generado puede cambiar la forma en la que el sujeto actúa, por esto es preciso estudiar más profundamente las causas últimas de la ilusión del libre albedrío y cuáles pueden ser las ventajas de reconocerla como tal. Es probable que una consecuencia al asumir la inexistencia del LA sea disminuir la carga emocional en procesos de resolución de conflictos, focalizando las energías en el tratamiento, corrección o control de los sujetos involucrados. De cualquier forma, estas hipótesis deben ser puestas a prueba para obtener conclusiones pertinentes.


Referencias:

·         Chaddha, G. S. (2006). Quantum Mechanics (p. 574). New Age International. Retrieved from http://books.google.com/books?id=Bzj2JcPeAHAC&pgis=1

·         Dennett, D. C. (1981). Brainstorms: Philosophical Essays on Mind and Psychology. (MIT Press, Ed.) (p. 353). MIT Press. Retrieved from http://books.google.com.br/books?id=_xwObaAZEwoC&dq=daniel+dennett+free+will&lr=&hl=es&source=gbs_navlinks_s

·         Dobzhansky, T. (1973). Nothing in biology makes sense except in the light of evolution. The American Biology Teacher, 35, 125–129. Retrieved from http://books.google.com/books?hl=en&lr=&id=3ULyAgAAQBAJ&oi=fnd&pg=PA273&dq=Nothing+in+Biology+Makes+Sense+Except+in+the+Light+of+Evolution&ots=jZ92BUmuqm&sig=LOqOXUyBWcfu9YLtvMbcZQeSazg

·         Fischer, J., Kane, R., Pereboom, D., & Vargas, M. (2007). Four views on free will. (J. Fischer, R. Kane, D. Pereboom, & M. Vargas, Eds.)Philosophical Review (Vol. 118, pp. 409–413). Oxford, UK.: Blackwell Publishing Ltd. doi:10.1215/00318108-2009-012

·         Fried, I., Mukamel, R., & Kreiman, G. (2011). Internally generated preactivation of single neurons in human medial frontal cortex predicts volition. Neuron, 69(3), 548–62. doi:10.1016/j.neuron.2010.11.045

·         Gleick, J. (2011). Chaos: Making a New Science. (J. Gleick, Ed.) (Enhanced E., p. 360). New York: Open Road Integrated Media.

·         Maynard Smith, J., & Szathmáry, E. (2000). The Origins of Life: From the Birth of Life to the Origin of Language. (J. Maynard Smith & E. Szathmáry, Eds.) (p. 192). United States: Oxford University Press.

·         Milgram, S. (1963). Behavioral Study of Obedience. Journal of Abnormal Psychology, 67, 371–8. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14049516

·         Schulz, L., & Sommerville, J. (2006). God Does Not Play Dice: Causal Determinism and Preschoolers’ Causal Inferences. Child Development, 77(2), 427–442. Retrieved from http://eccl.mit.edu/papers/schulzsommerville.pdf

·         Smith, K. (2011). Neuroscience vs philosophy: Taking aim at free will. Nature, 477(7362), 23–5. doi:10.1038/477023a

·         Vohs, K. D., & Schooler, J. W. (2008). The value of believing in free will: encouraging a belief in determinism increases cheating. Psychological Science, 19(1), 49–54. doi:10.1111/j.1467-9280.2008.02045.x


·         Warfield, T. A. (2000). Causal Determinism and Human Freedom are Incompatible: A New Argument for Incompatibilism. Nous, 34(s14), 167–180. doi:10.1111/0029-4624.34.s14.9


viernes, 21 de noviembre de 2014

El Papel de la Verdad en la Resolución de Problemas

Hace algún tiempo escribí una entrada Sobre La Verdad Absoluta, en la cual resaltaba la importancia de tener dicha noción y así evitar darle cabida a cuanta payasada se les ocurra intentarnos vender a los estafadores cuánticos, ayurvedas, religiosos o pseudocientíficos en general. Sin embargo, usando palabras de Bunge, “existen un tipo de oscurantistas camuflados entre los ilustrados”. Estos nacieron de la corriente posmoderna, comparten muchas de sus tesis y se hacen llamar Pragmatistas aludiendo a su visión funcionalista del conocimiento.

Para esta corriente, sólo es verdadero aquello que funciona y aseguran que así se enfocan, según ellos, en el mundo real objetivo. Tenemos que tener en cuenta aquí dos aspectos de relevancia: 1) los posmodernos no aceptan la existencia de la verdad, pues todo son construcciones sociales o meros juegos lingüísticos (según Rorty); 2) La funcionalidad de la cual nos hablan los pragmatistas, generalmente es referida a una comunidad específica, a ellos les gusta dividir los grupos humanos en comunidades lingüísticas, de modo que un concepto puede ser funcional en una comunidad y no serlo en otra sin que eso genere mayor conflicto con la veracidad del mismo. De este modo es evidente la relativización de lo verdadero (funcional). Sin embargo, analizando la premisa inicial, la verdad sería subjetiva al igual que la funcionalidad, lo que está completamente opuesto a su conclusión “enfocarse en el mundo real objetivo”.

Ya en la entrada anterior descubrimos que la existencia es independiente del sujeto cognoscente, de hecho este principio es casi axiomático para la ciencia. Hemos de partir de la existencia de un mundo externo, “la realidad es ontológicamente independiente de cualquier sujeto cognoscente”.

Así pues, resulta absurdo afirmar que la veracidad de un postulado depende exclusivamente de la utilidad de asumirlo. La búsqueda de la funcionalidad es en últimas la búsqueda de la verdad, pues es a través del acercamiento a lo real que es posible resolver problemas de manera más efectiva.

Consideremos un problema hipotético: se diseña un laberinto, cuyas paredes están conformadas por dos tipos de árboles tupidos: uno espinoso y otro con un bajo contenido de una toxina X en sus hojas pero sin espinas. Este laberinto separa a una comunidad de su fuente de alimento (el cual desprende un olor muy característico y distinguible a gran distancia, por cierto). Dicho laberinto hace parte de lo real, pues su constitución es independiente de qué o quienes se pongan en él. Para nombrar algunas de las propiedades que componen el escenario en términos de lo real diremos que:

- Existe un único camino despejado que permite el paso
- La comunidad está asediada por la malaria (parásito transmitido por un díptero).
- La gravedad del lugar genera una aceleración de los objetos a 10m/s2
- El contenido de la toxina en las hojas del árbol sin espinas es muy hidrofílico, se evapora por encima de los 70°C.
- La toxina X puede ser utilizada como repelente de insectos.
- Las ramas de los árboles son elásticas y pueden ser apartadas con un nivel de fuerza moderado para permitir el paso.
- La elasticidad de las ramas depende directamente de la temperatura a la que se encuentren, ganando rigidez absoluta bajo los 10°C.
- La temperatura durante el día es en promedio 25°C y en la noche 4°C.
- El camino despejado que conduce por la vía más rápida a la comida se ha enriquecido con bacterias con bioluminiscencia infrarroja.
- Los caminos adyacentes contienen sustancias que inhiben el crecimiento de las bacterias bioluminiscentes.
-  Las hojas de los árboles sin espinas contienen todos los nutrientes necesarios para la alimentación de los individuos de la comunidad vecina.
-  Los árboles tienen, todos, una altura mínima de 20m.
-  Se realizó, a la entrada del laberinto, un cultivo de bacterias con bioluminiscencia (en el espectro visible de la luz) que demarca el mapa del mismo, la luz de dichas bacterias es tan tenue que sólo se puede apreciar de noche.

Ahora evaluemos el desempeño de algunos individuos con diferentes niveles de percepción del contexto que los rodea: un ciego, un anósmico (no percibe olores), un individuo con insensibilidad al dolor, y dos sin mayores deficiencias sensoriales. El objetivo de este estudio es determinar cuál de los individuos obtiene el mayor beneficio del ambiente que lo rodea.
Evidentemente es posible que todos lleguen a poder alimentarse y sobrevivir cada uno con una técnica diferente. El ciego podría no llegar a saber nunca que debe atravesar un laberinto y así, movido por el olor de la comida, pasar de vez en cuando entre los arbustos sufriendo heridas y dolor en sus búsquedas iniciales. Es probable que con el tiempo logre evitar los arbustos espinosos pero esto le costará tiempo y bienestar (a causa de las heridas iniciales).
Ahora bien, un anósmico no sabrá que al otro lado del laberinto hay comida. En su necesidad de alimentarse puede intentar comer las hojas de los arbustos del laberinto, las cuales, a pesar de proporcionarle algunos nutrientes, también van acumulando restos de la toxina en su organismo lo cual acabará por causarle la muerte.

Un insensible al dolor podría pensar que corta camino pasando entre los árboles pero no se da cuenta de muchas de las heridas que se ha causado con las espinas, lo cual deteriorará su calidad de vida y lo someterá a correr un mayor riesgo de infecciones.

Un sujeto sin mayores deficiencias podría intentar hallar el camino notando la presencia de las espinas, guiado parcialmente por su olfato y notando si se ha causado daño de forma imprevista. El segundo sujeto sin deficiencias sensoriales tiene las mismas ventajas del anterior, sin embargo éste último decide hacer una pequeña entrada en el laberinto en dos momentos del día diferentes, el hecho de recoger datos no solo en un lapso temporal (día) sino en varios (también en la noche) le permitirá notar que a la entrada se encuentra un diagrama del laberinto que podrá copiar y resolver desde afuera, haciendo mucho más fácil la tarea de encontrar el alimento.

¿Qué ha marcado la diferencia en el éxito de nuestros participantes?

Evidentemente la cantidad de información a la cual tenían acceso. Quienes sólo percibían algunos aspectos de lo real tenían más problemas para encontrar soluciones adecuadas.  Si hubiera algún individuo que por ejemplo descubriera la radiación electromagnética y diseñara un instrumento que consiguiera captarla, habría podido ver que el camino a la comida estaba iluminado por radiación infrarroja. O si por ejemplo alguien hubiera decidido secar al sol las hojas de los árboles, habría eliminado la toxina y así alimentarse de éstas sin tener que ir más lejos. Aún más, el conocimiento a nivel molecular y de las interacciones entre compuestos habría permitido extraer la toxina para protegerse de posibles parásitos y así mejorar enormemente la calidad de vida.

Investigar en pro de la función es muy loable, sin embargo, el éxito de las metodologías o las teorías, si bien está relacionada con el funcionamiento de las mismas en la sociedad, se debe a qué tan cercanas se encuentran éstas de lo real. Aunque los pobladores de la aldea hipotética quemaran las hojas del árbol tóxico pensando que del humo de las mismas los espíritus de sus antepasados ahuyentaban la enfermedad, el beneficio podría ser aún mayor si se conocieran las causas reales por las cuales este fenómeno ocurría, minimizando a su vez los daños causados por la inhalación del humo.

Tal vez el mayor problema de los pragmatistas se encuentra en que hacen un enorme hombre de paja y pelean contra un concepto de verdad idealista e inmutable. Pero si algo es claro es que lo real, el mundo que está allá afuera independiente de los sistemas sensoriales, es mutable. Así, la verdad al ser una representación de lo real (de la cosa en sí) es también mutable, lo cual la hace provisional pero de ningún modo la hace subjetiva. Además hay que tener en cuenta que aunque lo real es cambiante, no todos los elementos que componen este conjunto mudan de la misma forma ni a la misma velocidad. Así habrá descripciones o representaciones de lo real que, por representar un ente real de baja mutabilidad, pueden mantenerse validos por mucho tiempo. Es este el caso de las leyes de la física, de las cuales tenemos un gran nivel de certeza y que si bien en muchos casos no estén completas, o no lleguen nunca a representar lo real al 100%, si es posible decir que han ganado representatividad conforme más elementos de lo real son tenidos en cuenta, además de la consideración del principio de causalidad, para su formulación.

Quisiera terminar citando un fragmento de Mario Bunge acerca del relativismo desencadenado por las corrientes aquí discutidas:

“El rechazo del relativismo no debería llevar al absolutismo, o sea, la tesis arrogante de que hay cuerpos del saber perfectos y por lo tanto intocables. El investigador sabe que no lo sabemos todo, y por esto investiga. Sabe también que mucho de lo que sabemos es sólo aproximadamente verdadero, y por esto sigue investigando. Es decir, el investigador es falibilista y al mismo tiempo meliorista. Pero su falibilismo no llega al punto de negar la diferencia entre el saber, por provisorio que sea, y la ignorancia.
En resumen, el relativismo es suicida e inhibe la búsqueda de verdades cada vez más ajustadas a la realidad. Es tan mal negocio como el absolutismo. La única vacuna eficaz contra ambas enfermedades es la investigación, ya que quien busque encontrará algo. Aunque no todo”.

domingo, 11 de mayo de 2014

Esfinge

Encerrado en mi cabeza  y en las cuatro paredes de mi cuarto, con un techo y suelo físicos de los que de uno llegan fantasmas y del otro augurios de muerte. De ambos debo huir… pero estoy inmóvil, arrastrado por una corriente que me hunde más y más en este pozo de arena en que se ha convertido mi cama.

Y todos los movimientos que en ella realizo me convierten poco a poco en una piedra, esa que empieza a molestar en los zapatos de unos cuantos. Al final, después de tanto daño a esos pies ajenos la solución es simple, parar de caminar y arrojarla a un lado. Que me arrojen no me importa, pero sí los pies que habré dañado, los de quienes caminaban conmigo visualizando un camino soñado. Nunca he sido piedra y en verdad lo estoy lamentando.


¡Necesito que llueva! ¡Que llueva a cántaros! para que así la cal que he acumulado se vaya con el agua y yo vuelva a ser humano.

lunes, 5 de mayo de 2014

Asumir las cosas con madurez


Juan Camilo Vizcaíno había decidido poner punto final a su relación, bueno si es que a eso se le puede llamar así. Había salido a escondidas con Clara por casi seis meses, seis meses en que la inocente niña, mimada por sus padres y con un registro escolar impecable, había traicionado a su novio para divertirse esporádicamente con Juan. Él ya no soportaba más. Se levantó más temprano que nunca y se fue hasta la esquina de la casa de Clara para esperar a que ella pasara a las seis como de costumbre.

El cielo estaba gris y las calles mojadas por la lluvia que cayó toda la noche. Metió las manos en los bolsillos del buzo de algodón y se recostó en la barda del antejardín de una casa de esas de Teusaquillo, con su característico estilo inglés. Tenía los dedos de los pies entumecidos de frío al interior de sus zapatos de cuero negros. Maldijo por lo bajo el no poder llevar puestos sus tenis. Apenas vio a Clara salir de su casa se fue caminando hacia ella lanzando un sentido discurso que acompañaba con un dedo acusador.

– ¿Sabes qué odio? – le espetó sin más – Me carcome la ira cuando pienso en lo cobarde que has sido, siempre escondiendo todo detrás de una imagen débil e inocente. ¡Morronga de mierda! Ayer caminando encontré los pedazos de mi foto regados en un parque, tenías que deshacerte de ella antes de que alguien la encontrara ¿verdad? Tienes que asumir las cosas con madurez! Que se enteren de quien eres, una zorra egoísta... – la miró a los ojos y el corazón se le subió a la garganta palpitando fuera de si – ¡Malparida hijueputa! – el frío de la mañana marcó con una nube de vaho la penúltima y plosiva sílaba. La palabra retumbó en la calle vacía. Juan le lanzó una última mirada de desprecio y se fue caminando de prisa para llegar a la clase de siete.

Abrió la puerta del salón y se fue a su puesto en la esquina posterior derecha. La profesora comenzó a llamar lista, el era el penúltimo así que se distrajo mirando por la ventana. Se imaginó a Clara volviendo a casa y encerrándose en el cuarto con su humillación. Nunca había sido tan grosero, tal vez se le hubiera ido la mano pero qué más daba. Estaba tan abrumado por los nervios y la satisfacción que le había causado gritarle que ni se dio cuenta que la profesora ya había llegado a su nombre.

– ¡Vizcaíno! – llamó por segunda vez.
– Presente – respondió el.
– ¡Zambrano!
– …
– ¡Zambrano! – la profesora levantó la vista y miró a la derecha de Juan – Camilo, ¿sabes que ha pasado con Clara?
– Sí, ella no vendrá hoy pues está enferma y se siente mal – respondió con plena seguridad.

Llamaron a la puerta, la profesora guardó los papeles y atendió. Estuvo fuera del aula unos segundos y al entrar dijo:

– Vizcaíno, a la rectoría. Rapidito. ¡Dizque enferma!

jueves, 1 de mayo de 2014

Anacronía (Intento 1)

Si fuesen tiempos de dragones y castillos, yo sería tu señor
ese a quien entregas tus días con suma devoción.
Vestida con ropas serviles, danzando al ritmo del tambor
te has convertido en un monigote, cegada por tu propia ilusión.

sábado, 26 de abril de 2014

Qhusi Nayra

En el departamento de Nariño donde el río Patía, que nace en el volcán Sotará, aún se encuentra custodiado por el Macizo Colombiano, se asientan algunos de los descendientes de la tribu Yanacona*. La comunidad está ya muy permeada por la cultura occidental, sin embargo la tradición oral conserva muchas historias vivas, principalmente en un dialecto del quechua**.

Cutec es un muchacho del pueblo Yanacona. Delgado, de piel cobriza, con pómulos y nariz prominentes y angulares, miembros inferiores algo más grandes que los de sus contemporáneos. Esto último le había dado la reputación de ser el más rápido en subir las montañas del lugar. Hoy no quería subir más, bajaba la cuesta con el corazón luchando para abandonar ese cuerpo que a pesar de sus dimensiones parecía una prisión sin suficiente espacio para él. Su respiración era profunda y rápida como de quien va a desmayarse por hiperventilación. Perseguía ese par de siluetas sin descanso.

***

El padre de Cutec, Nunay, estaba muriendo escondido de la luz sin salir de casa. Decía que en sus meditaciones había visto a los espíritus del mundo desaparecer, a donde mirara ahora sólo veía máquinas como aquellas con las que los hombres blancos juegan. Las plantas se han vuelto maquinas, los hombres también. El rio y la montaña ya no susurran nada en sus oídos. “Kaipachay wañunaramuña” era todo lo que sabía decir ahora, un lamento de pérdida que quiere decir algo así como “mi mundo ha muerto”.  Cuando las crisis se hacían más fuertes y el viejo comenzaba a gritar, las señoras del pueblo encendían velas frente a la entrada como ofrenda por la salud del hombre.

Fue Kuoqu, una joven aprendiz del sacerdote, quien le habló del camino que tenía que recorrer para recuperar la salud de Nunay. Una madrugada, en que Cutec llegaba de pescar, ella se le acercó mientras este guardaba las redes en la canoa. Sin decirle nada le tomó las manos y se las llevó al rostro presionando los dedos del muchacho contra su labio superior. Aspiro lenta y profundamente. Con cuidado separó un poco la piel y las uñas en la punta de los dedos, dejando el barro al descubierto, y aspiró de nuevo. En medio del cansancio, y a pesar de mantener una gran amistad con Kuoqu, Cutec sintió escalofríos. Se acordó de aquella vez en que los espíritus tomaron posesión de su cuerpo cuando en el río comenzó a lavar su miembro con esmero. Sin embargo, a pesar de los deseos actuales él no sentía mayor interés por Kuoqu, la admiraba por haber logrado ser aprendiz a tan corta edad, pero no más. Bueno… sí había algo más. Sentía fascinación por sus ojos, oscuros, rasgados y de extraña orientación que le recordaban claramente su vínculo con los antepasados incas.

- Kachitu ñawis – dijo Cutec.

Kuoqu exhaló y sonriendo movió la cabeza de lado a lado como espantando las palabras. Ambos hablaban español pero él había decidido utilizar con más frecuencia la lengua de su pueblo. En parte por eso se había vuelto tan próximo de Kuoqu, ella debía hablar en quechua la mayor parte del tiempo. Aunque con Cutec, a veces, se daban muchas licencias mezclando o alternando los idiomas.

- Ya es tiempo de viajar – dijo Kuoqu – Hokeu lo está esperando al otro lado de la montaña.
- ¿Hokeu? – preguntó el muchacho.
- La cura que usted necesita– dijo colocando los dedos de Cutec sobre su pecho.

Ya en una ocasión anterior ella le había hablado sobre la enfermedad de su padre pero sólo recordaba una frase. “Hace casi 20 años que se encerró en casa, y mañana serán quince en que nadie ve a su padre, usted es el único que habla con él desde ese entonces”, había dicho con sus ojos fijos en un punto que parecía estar entre sus dos cejas, como si, a pesar de mirarlo a la cara, rehusara enfocarse en los ojos.  

- La cura que necesita el viejo – puntualizó Cutec.

Kuoqu se encogió de hombros mientras las nubes se hacían a un lado y la luz de la luna revelaba ese curioso y pequeño lunar que tenía entre su ojo izquierdo y el puente de la nariz. Era casi hipnótico.

- Ya sé que durante el día se la pasa en casa con Nunay y que sólo sale en las noches, pero hoy cuando caiga el sol tiene que subir la montaña del Sotará para encontrar a Hokeu – explicó lentamente –. Debe tener mucha serenidad al encontrarse con ella, si se mantiene en calma sabrá qué debe hacer al regresar a casa.

Le besó el vientre de los dedos y envolviéndose en su ruana se alejó de él para perderse de vista al doblar la esquina de las destapadas calles del pueblo. Cutec por su parte se quedó inmóvil por algunos segundos después de que la imagen de Kuoqu desapareciera. El pantalón que llevaba remangado se pegaba a su piel por el agua y la brisa lo golpeaba suavemente pero él no sentía frío. Llegó a casa y preparó su mochila con agua y algo de comida. Le extrañó no oír los usuales murmullos que llenaban comenzando poco antes del amanecer y terminando con el ocaso. Agotado se recostó en una silla y cayó profundamente dormido.

Despertó y ya estaba oscuro. No debía ser muy tarde pues al salir sintió la tierra caliente bajo sus pies, había restos de parafina fresca en la entrada de su casa.  Debió haber estado muy cansado porque no escuchó nada.

Caminó sin detenerse dos días y tres noches. Comía y bebía mientras caminaba, sirviéndose muchas veces de algunos frutos u hojas de plantas comestibles que encontraba en el camino. Evitaba gastar el pescado y la carne seca que tenía en su bolsa pues eso lo podría detener por motivos fisiológicos. Se dejaba lavar por la lluvia y si no lo secaba el sol, se secaba emanando vapor como un caballo a causa del ejercicio.

Al amanecer del tercer día, ya habiendo llegado a los páramos del volcán se detuvo junto a una enorme roca. Se envolvió en las tres ruanas que llevaba puestas y durmió hasta el atardecer. Cuando abrió los ojos aún el cielo tenía colores rojos y oro en el horizonte, las nubes que usualmente envolvían la montaña ya se habían deslizado hacia los valles dejándolo todo húmedo y brillante, reforzando los colores y contrastes del paisaje.

En ese momento vio dos siluetas bajando por un sendero, el frío desapareció. Una ola de calor lo recorrió comenzando en su estómago y esparciéndose por todo el cuerpo. Emprendió el descenso acelerando cada vez más su paso, quería estar seguro de la familiaridad de las figuras. Era ella, eso es seguro, Hokeu bajaba la montaña en compañía de un hombre de baja estatura. ¿Quién era él?

- Qhuincha muttu egego! – exclamó Cutec (Enano desgraciado!).

Tenía miedo de que el hombre se la llevara lejos y así no pudiera saber la cura para su padre. Se adelantó para que Hokeu consiguiera verlo. La miró a los ojos y quedó prendado de su belleza. Eran tan diferentes a los de Kuoqu, eran de un tipo que él nunca había visto antes. Ella por su parte bajó la cabeza evitando el contacto… “Qhusi pacaskka nayra” pensó, “simiy muchasqaykita yuyachkankichu”, dijo una voz en su cabeza dirigida a Hokeu. Se detuvo frente a una cruz de piedra mientras el hombre pequeño, con decisión, se la llevaba alejándola de él.

Aferrado al bloque se acurrucó diciendo “Anchanchu kkinacoy suanaran, Hokeuy auanaran, warmiy suanaran” que traduce “el duende robó mi tesoro, me robó mi Hokeu, robó mi mujer”. Dos días más duró sollozando junto a la cruz hasta que Kuoqu apareció y le dijo:

- Nunca fue tuya, hace ya mucho que él se la llevó consigo.

Era la quinta vez que Kuoqu lograba sacarlo de casa durante el día después de cinco años tras la muerte de Hokeu a manos de aquel hombre pequeño. También era un día más de fracaso al ver la tumba de su esposa. Tras una semana de viaje de regreso al pueblo, al entrar en la humilde casa de madera y adobes, Cutec se sentó en una estera contra el rincón de la vivienda. Con la llegada de la luz del sol comenzó a murmurar:

- Kaipachay wañunaramuña, kaipachay wañunaramuña, kaipachay wañunaramuña…


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*Aunque el presente cuento utiliza como base algunos aspectos reales, no representa de forma alguna la cultura o idiosincrasia Yanacona. Es un relato  ficticio en el cual me he tomado la libertad de adaptar una historia fantástica a una comunidad humana existente.
** Las palabras en quechua son un intento de expresión de un aficionado con casi nulos conocimientos de dicha lengua.


martes, 22 de abril de 2014

Histamina H1 Kodak

Hoy las imágenes están borrosas, creo que abrí demasiado el diafragma. ¡Demonios! ¡Demonios! No te vayas todavía. Seguro si disminuyo la concentración puedo evitar la sobreexposición. Eso es lo malo de perder el control, tomas y tomas fotos pero no te das cuenta que el rollo no se ha movido de lugar. Estás tan afanado por retratar y capturar lo que acontece que le prestas más atención a la mira de la cámara que a lo que está ocurriendo. Y cuando revelas las fotos sólo son manchas blancas. Y cuando intentas recordar sólo llegan fugaces fotogramas mezclados entre sí.  El momento ya no está.

viernes, 21 de febrero de 2014

Ilusiones

Antes de irnos a la cama por primera vez, se levantó apresuradamente del sofá y acomodándose la ropa huyó a la cocina. Yo, algo desconcertado, la veía cómo revoloteaba de aquí para allá llevando trastos sucios, organizando utensilios y, básicamente, evadiendo la situación. Si bien hacía apenas unos segundos ella era una hoja frágil que se deslizaba sobre mí y crujía delicadamente con cada pequeño soplo de aire, ahora parecía muy fuerte y determinada, concentrada en su labor con el rostro muy serio.

Mientras bebía un vaso de agua observaba su figura de espaldas a mí. La luz del sol entraba a raudales por la ventana haciendo que todo resplandeciera en tonos neutros, lo cual le quitaba parte de la calidez típica al verano. Esperaba que el agua serenara mi mente. Después de unos cuantos sorbos me acerqué lentamente a ella y, abatido, agaché la cabeza hasta que mi frente se posó en sus hombros. Quería que supiera que entendía sus miedos, que yo también tenía los míos pero que no la quería perder. Respiré profundamente y me sentí mareado, inundado por el deseo solté el vaso y la abracé fuertemente. Vi como ella, con un suspiro, entornaba los ojos… tomó mis manos entre las suyas poniéndolas firmemente  sobre su abdomen y guiándolas hacia abajo mientras yo saboreaba la sal en su cuello. Tras una fracción de segundo pareció arrepentirse y me apartó de su lado para volver al trajín de la loza.

Me quedé ahí, a un par de pasos de ella, debatiéndome entre la culpa y la satisfacción del efecto logrado. Evidentemente predominaba lo segundo pues al cabo de un rato, y casi conteniendo la risa, le pregunté si era mejor que me marchara para que ella pudiera terminar sus tareas domésticas. El ruido del ajetreo cesó inmediatamente al tiempo que ella agachaba la cabeza escondiendo la sonrisa que se dibujó con la llegada de mis palabras.

Salí de la cocina mirando por la ventana de la sala en el lado opuesto cuando, de repente, un fuerte tirón desde la izquierda me arrastró a la habitación contigua que en breve quedaría en penumbra al cerrar la puerta.

No llevaba mucho tiempo de conocerla y tampoco la volví a ver.

Hoy, casi cincuenta años después de aquel día, sigo queriendo encontrarla. No buscarla. Que aparezca de imprevisto, desestabilice mi mundo nuevamente y así, morir con algo de emoción. A lo largo de mi vida aparecieron muchos personajes después de ella a pesar de tomar mis medicamentos juiciosamente. Ninguno de relevancia. La amo a ella porque fue la primera, porque me enseñó que mi mundo era diferente.