...Por: David Andrés Casilimas Díaz...

lunes, 4 de julio de 2011

La lealtad del algodón y otras fibras no mencionadas

El saco verde ya no es más mi saco. Ayer cuando me lo puse no me reconocí en él, he de decir que su olor era distinto, era más dulce. Llegue de noche a casa y como de costumbre el frío de la ciudad no hacía mella en mí, sin embargo, le vi tendido en la baranda recordándome el despertar de aquel día y quise que me abrigara esta vez de una ausencia de otras cosas más que del frío. Ponérmelo fue una sucesión de “deja vu’s”. Y es que creo que el trapo aquel se enamoró de ella, porque me permitió ver cada uno de sus recuerdos y si duermes una noche abrazándola es inevitable que suceda. No tengo celos de él, aunque ella lo prefiera tener más cerca que a mí en ocasiones, pues es como cuando a tu amigo le gusta la misma chica que a ti y no riñes con él por ella sino que juntos recuerdan cuan maravillosa es.

El saco verde ya no es más mío. Alguna vez oí que cuando duermes con una camiseta normal, ésta no vuelve a ser la misma y se convierte poco a poco en una camiseta de pijama. Hay algo en el trajín de la noche que les imprime muchas cosas a las fibras. Pues bien, el saco verde ya no es más mío, ha dormido con ella abrazando sus manos y con los labios en sus hombros.

El saco verde es ahora legalmente mío y legítimamente suyo.

Mente Nublada

Desde muy niño suele sucederme que al tomar un baño entro en un estado que hoy quise llamar mente nublada. Creo que le llamo así por aquello del vapor de agua presente en ese momento, y es que cada una de esas pequeñas gotas que lo conforman me llevan a una idea, momento o lugar. El problema reside en que hay demasiadas y eso hace que normalmente se pongan en fila para ocupar un espacio de actividad, una a una se organizan de forma que tienen conexión perfecta entre sí y no permiten que escape a esa inmensa red. Aveces despierto sobresaltado de las ensoñaciones y estoy totalmente perdido en el tiempo. Trato de centrar mi realidad y cuando menos lo espero tengo nuevamente algunas volutas de vapor en mi interior.

Hoy todas las partículas se pusieron de acuerdo. Mientras miraba a una gota grande resbalar desde mi hombro en un camino continuo hasta la punta de mi dedo medio, dudar y luego lanzarse al vacío, una de las pequeñas se activaba en mi cabeza haciéndome pensar en otro hombro, otro brazo y otra mano... unos que están algo lejos. Poco a poco llegaron unas con fragmentos pasados que se unían en grupos con lógicos desenlaces que eran proyectados a futuros más o menos cercanos. Todos pertenecientes a ese cuerpo homólogo, a esa piel y a esa sonrisa que al levantar la mirada encontré en el infinito que crean dos espejos. Cierro los ojos y me voy por ese túnel hasta donde pueda cerrar mis brazos, sostener tus manos y acercarme a tu oído para decir en un susurro "Te quiero", mientras una ráfaga me lleva de vuelta al agua, el vapor y la cordura.