Desde muy niño suele sucederme que al tomar un baño entro en un estado que hoy quise llamar mente nublada. Creo que le llamo así por aquello del vapor de agua presente en ese momento, y es que cada una de esas pequeñas gotas que lo conforman me llevan a una idea, momento o lugar. El problema reside en que hay demasiadas y eso hace que normalmente se pongan en fila para ocupar un espacio de actividad, una a una se organizan de forma que tienen conexión perfecta entre sí y no permiten que escape a esa inmensa red. Aveces despierto sobresaltado de las ensoñaciones y estoy totalmente perdido en el tiempo. Trato de centrar mi realidad y cuando menos lo espero tengo nuevamente algunas volutas de vapor en mi interior.
Hoy todas las partículas se pusieron de acuerdo. Mientras miraba a una gota grande resbalar desde mi hombro en un camino continuo hasta la punta de mi dedo medio, dudar y luego lanzarse al vacío, una de las pequeñas se activaba en mi cabeza haciéndome pensar en otro hombro, otro brazo y otra mano... unos que están algo lejos. Poco a poco llegaron unas con fragmentos pasados que se unían en grupos con lógicos desenlaces que eran proyectados a futuros más o menos cercanos. Todos pertenecientes a ese cuerpo homólogo, a esa piel y a esa sonrisa que al levantar la mirada encontré en el infinito que crean dos espejos. Cierro los ojos y me voy por ese túnel hasta donde pueda cerrar mis brazos, sostener tus manos y acercarme a tu oído para decir en un susurro "Te quiero", mientras una ráfaga me lleva de vuelta al agua, el vapor y la cordura.
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