Hace algún tiempo escribí una
entrada Sobre La Verdad Absoluta, en la cual resaltaba la importancia de tener
dicha noción y así evitar darle cabida a cuanta payasada se les ocurra
intentarnos vender a los estafadores cuánticos, ayurvedas, religiosos o
pseudocientíficos en general. Sin embargo, usando palabras de Bunge, “existen
un tipo de oscurantistas camuflados entre los ilustrados”. Estos nacieron
de la corriente posmoderna, comparten muchas de sus tesis y se hacen llamar
Pragmatistas aludiendo a su visión funcionalista del conocimiento.
Para esta corriente, sólo es
verdadero aquello que funciona y aseguran que así se enfocan, según ellos, en
el mundo real objetivo. Tenemos que tener en cuenta aquí dos aspectos de
relevancia: 1) los posmodernos no aceptan la existencia de la verdad, pues todo
son construcciones sociales o meros juegos lingüísticos (según Rorty); 2) La
funcionalidad de la cual nos hablan los pragmatistas, generalmente es referida
a una comunidad específica, a ellos les gusta dividir los grupos humanos en
comunidades lingüísticas, de modo que un concepto puede ser funcional en una
comunidad y no serlo en otra sin que eso genere mayor conflicto con la
veracidad del mismo. De este modo es evidente la relativización de lo verdadero
(funcional). Sin embargo, analizando la premisa inicial, la verdad sería
subjetiva al igual que la funcionalidad, lo que está completamente opuesto a su
conclusión “enfocarse en el mundo real objetivo”.
Ya en la entrada anterior
descubrimos que la existencia es independiente del sujeto cognoscente, de hecho
este principio es casi axiomático para la ciencia. Hemos de partir de la
existencia de un mundo externo, “la realidad es ontológicamente independiente
de cualquier sujeto cognoscente”.
Así pues, resulta absurdo afirmar
que la veracidad de un postulado depende exclusivamente de la utilidad de
asumirlo. La búsqueda de la funcionalidad es en últimas la búsqueda de la
verdad, pues es a través del acercamiento a lo real que es posible resolver problemas
de manera más efectiva.
Consideremos un problema
hipotético: se diseña un laberinto, cuyas paredes están conformadas por dos
tipos de árboles tupidos: uno espinoso y otro con un bajo contenido de una
toxina X en sus hojas pero sin espinas. Este laberinto separa a una comunidad
de su fuente de alimento (el cual desprende un olor muy característico y
distinguible a gran distancia, por cierto). Dicho laberinto hace parte de lo
real, pues su constitución es independiente de qué o quienes se pongan en él.
Para nombrar algunas de las propiedades que componen el escenario en términos
de lo real diremos que:
- Existe
un único camino despejado que permite el paso
- La
comunidad está asediada por la malaria (parásito transmitido por un díptero).
- La
gravedad del lugar genera una aceleración de los objetos a 10m/s2
- El
contenido de la toxina en las hojas del árbol sin espinas es muy hidrofílico,
se evapora por encima de los 70°C.
- La
toxina X puede ser utilizada como repelente de insectos.
- Las
ramas de los árboles son elásticas y pueden ser apartadas con un nivel de
fuerza moderado para permitir el paso.
- La
elasticidad de las ramas depende directamente de la temperatura a la que se
encuentren, ganando rigidez absoluta bajo los 10°C.
- La
temperatura durante el día es en promedio 25°C y en la noche 4°C.
- El
camino despejado que conduce por la vía más rápida a la comida se ha
enriquecido con bacterias con bioluminiscencia infrarroja.
- Los
caminos adyacentes contienen sustancias que inhiben el crecimiento de las
bacterias bioluminiscentes.
- Las
hojas de los árboles sin espinas contienen todos los nutrientes necesarios para
la alimentación de los individuos de la comunidad vecina.
- Los
árboles tienen, todos, una altura mínima de 20m.
- Se
realizó, a la entrada del laberinto, un cultivo de bacterias con
bioluminiscencia (en el espectro visible de la luz) que demarca el mapa del
mismo, la luz de dichas bacterias es tan tenue que sólo se puede apreciar de
noche.
Ahora evaluemos el desempeño de
algunos individuos con diferentes niveles de percepción del contexto que los
rodea: un ciego, un anósmico (no percibe olores), un individuo con
insensibilidad al dolor, y dos sin mayores deficiencias sensoriales. El
objetivo de este estudio es determinar cuál de los individuos obtiene el mayor
beneficio del ambiente que lo rodea.
Evidentemente es posible que
todos lleguen a poder alimentarse y sobrevivir cada uno con una técnica
diferente. El ciego podría no llegar a saber nunca que debe atravesar un
laberinto y así, movido por el olor de la comida, pasar de vez en cuando entre
los arbustos sufriendo heridas y dolor en sus búsquedas iniciales. Es probable
que con el tiempo logre evitar los arbustos espinosos pero esto le costará
tiempo y bienestar (a causa de las heridas iniciales).
Ahora bien, un anósmico no sabrá
que al otro lado del laberinto hay comida. En su necesidad de alimentarse puede
intentar comer las hojas de los arbustos del laberinto, las cuales, a pesar de
proporcionarle algunos nutrientes, también van acumulando restos de la toxina
en su organismo lo cual acabará por causarle la muerte.
Un insensible al dolor podría
pensar que corta camino pasando entre los árboles pero no se da cuenta de
muchas de las heridas que se ha causado con las espinas, lo cual deteriorará su
calidad de vida y lo someterá a correr un mayor riesgo de infecciones.
Un sujeto sin mayores
deficiencias podría intentar hallar el camino notando la presencia de las
espinas, guiado parcialmente por su olfato y notando si se ha causado daño de
forma imprevista. El segundo sujeto sin deficiencias sensoriales tiene las
mismas ventajas del anterior, sin embargo éste último decide hacer una pequeña
entrada en el laberinto en dos momentos del día diferentes, el hecho de recoger
datos no solo en un lapso temporal (día) sino en varios (también en la noche)
le permitirá notar que a la entrada se encuentra un diagrama del laberinto que
podrá copiar y resolver desde afuera, haciendo mucho más fácil la tarea de
encontrar el alimento.
¿Qué ha marcado la diferencia en
el éxito de nuestros participantes?
Evidentemente la cantidad de
información a la cual tenían acceso. Quienes sólo percibían algunos aspectos de
lo real tenían más problemas para encontrar soluciones adecuadas. Si hubiera algún individuo que por ejemplo
descubriera la radiación electromagnética y diseñara un instrumento que
consiguiera captarla, habría podido ver que el camino a la comida estaba
iluminado por radiación infrarroja. O si por ejemplo alguien hubiera decidido
secar al sol las hojas de los árboles, habría eliminado la toxina y así
alimentarse de éstas sin tener que ir más lejos. Aún más, el conocimiento a
nivel molecular y de las interacciones entre compuestos habría permitido
extraer la toxina para protegerse de posibles parásitos y así mejorar
enormemente la calidad de vida.
Investigar en pro de la función
es muy loable, sin embargo, el éxito de las metodologías o las teorías, si bien
está relacionada con el funcionamiento de las mismas en la sociedad, se debe a
qué tan cercanas se encuentran éstas de lo real. Aunque los pobladores de la
aldea hipotética quemaran las hojas del árbol tóxico pensando que del humo de
las mismas los espíritus de sus antepasados ahuyentaban la enfermedad, el
beneficio podría ser aún mayor si se conocieran las causas reales por las
cuales este fenómeno ocurría, minimizando a su vez los daños causados por la
inhalación del humo.
Tal vez el mayor problema de los
pragmatistas se encuentra en que hacen un enorme hombre de paja y pelean contra
un concepto de verdad idealista e inmutable. Pero si algo es claro es que lo
real, el mundo que está allá afuera independiente de los sistemas sensoriales,
es mutable. Así, la verdad al ser una representación de lo real (de la cosa en
sí) es también mutable, lo cual la hace provisional pero de ningún modo la hace
subjetiva. Además hay que tener en cuenta que aunque lo real es cambiante, no
todos los elementos que componen este conjunto mudan de la misma forma ni a la
misma velocidad. Así habrá descripciones o representaciones de lo real que, por
representar un ente real de baja mutabilidad, pueden mantenerse validos por
mucho tiempo. Es este el caso de las leyes de la física, de las cuales tenemos
un gran nivel de certeza y que si bien en muchos casos no estén completas, o no
lleguen nunca a representar lo real al 100%, si es posible decir que han ganado
representatividad conforme más elementos de lo real son tenidos en cuenta,
además de la consideración del principio de causalidad, para su formulación.
Quisiera terminar citando un
fragmento de Mario Bunge acerca del relativismo desencadenado por las corrientes
aquí discutidas:
“El rechazo del relativismo no
debería llevar al absolutismo, o sea, la tesis arrogante de que hay cuerpos del
saber perfectos y por lo tanto intocables. El investigador sabe que no lo
sabemos todo, y por esto investiga. Sabe también que mucho de lo que sabemos es
sólo aproximadamente verdadero, y por esto sigue investigando. Es decir, el
investigador es falibilista y al mismo tiempo meliorista. Pero su falibilismo
no llega al punto de negar la diferencia entre el saber, por provisorio que
sea, y la ignorancia.
En resumen, el relativismo es
suicida e inhibe la búsqueda de verdades cada vez más ajustadas a la realidad.
Es tan mal negocio como el absolutismo. La única vacuna eficaz contra ambas
enfermedades es la investigación, ya que quien busque encontrará algo. Aunque
no todo”.
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