...Por: David Andrés Casilimas Díaz...

domingo, 6 de enero de 2013

Sobre la Verdad Absoluta


Para el presente escrito debo hacer algunas aclaraciones previas con el fin de evitar herir susceptibilidades o generar malos entendidos.
1. No soy filósofo, ni conocedor profundo de gran variedad de autores de dicha disciplina.
2. No pretendo demostrar que algún grupo especial personas es poseedor de, una o varias, verdades absolutas.
3. No es mi intención en este caso señalar o juzgar a uno o varios grupos de personas a causa de sus creencias, costumbres o formas de acercarse a la realidad.
4. El propósito de esta entrada es exponer unos pocos argumentos que permiten esclarecer algunas dudas epistemológicas sobre la realidad.

Últimamente he escuchado, demasiadas veces ya, personas tratando de zanjar una discusión mediante esta horrible frase:
“No hay verdades absolutas”.
Digo que es horrible porque es la máxima expresión del conformismo y la pereza mental, ¡Es un argumento paradójico puesto que de ser cierto estaría negándose a sí mismo! Quien lo dice considera que es absolutamente cierto que no hay verdades absolutas por lo cual estaría aceptando o proponiendo una verdad absoluta y por ende yendo en contra de su propio planteamiento.

Pongámonos superficiales inicialmente y veamos un mundo donde en la vida diaria aplicáramos aquella frasecilla. Ya me imagino a algunos diciendo cosas como: “Hoy decidí sumergirme en el agua por 1 hora sin ningún equipo o forma para respirar, ¡Puede que sobreviva!” o situaciones como: Suena el despertador y me anuncia que son las 7am, miro por la ventana y aunque salió el sol no puedo decir que es verdad que sea de día, yo creo que cabe la posibilidad que sea de noche. “No ve que no existen las verdades absolutas!”

“Voy a lanzarme de un edificio pues puede que a la gravedad le dé por no funcionar el día de hoy (y exclusivamente para mí) y quede suspendido en el aire.”

Poniéndonos un poco más serios les daré un ejemplo de verdades absolutas: No existen triángulos circulares ni círculos cuadrados. Para quienes aleguen que lo anterior está dado por una construcción de conceptos arbitrarios ahora propongo que, sin intención de plagiar a Descartes, hagamos un experimento mental. Empecemos por preguntarnos ¿Cómo sé que lo que me rodea es real? (aquí pueden tomarse el tiempo que quieran). Muy seguramente habrán pensado en cosas como los sueños, las falsas enseñanzas, la realidad virtual, las ilusiones o las alucinaciones (y si no lo hicieron ¡ténganlas en cuenta!). Para este momento consideraremos que podemos dudar prácticamente de todo. Sin embargo, el filósofo francés nos diría que nos detuviéramos un segundo, que no pensáramos en entes externos, que pensáramos en nosotros mismos…

Lo que vemos y sentimos con nuestro cuerpo puede ser falso. Pero para ver, sentir y pensar debe existir algo que ejecute esas acciones o algo que es obligado a creer que lo hace y puesto que soy yo (o usted) quien está experimentando dicha sensación, mi existencia se hace necesaria y por ende verdadera. Probablemente ésa sea la única verdad absoluta que todos poseemos “Yo existo”.

¿Que si soy un ser humano que evolucionó, me creó un ente superior, soy un programa de computador, soy un cuerpo conectado a matrix o un cerebro estimulado artificialmente y preservado con vida en una pecera muy al estilo de futurama? ¡NO LO SÉ! (pero existo).

O por lo menos no lo sé con absoluta certeza y eso no implica que la verdad absoluta no exista. Si bien es cierto que cada individuo construye una realidad diferente de acuerdo con su historia y cualidades personales, encontramos puntos de convergencia colectivos y esto nos revela detalles de la realidad. Tomaré un ejemplo que usaba un dramaturgo para describir sus obras.

Cuando se construye un escenario y, por ejemplo, se pone en su centro una columna blanca, los espectadores generarán diferentes percepciones de la columna, “… decimos sí, esta columna es blanca. A mí me pareció horrible, a mí me pareció horrenda y a otros les pareció perfectamente bella. Pero por lo menos tenemos en común esa columna”. Podríamos irnos más allá y sugerir algunos espectadores que no la consideren como columna por unos u otros motivos, pero se siguen refiriendo a un objeto en común. La realidad se empieza a construir con base en los puntos en común y en la fiabilidad de las fuentes.

A lo largo de la historia se ha discutido largamente sobre el concepto de sonido. La situación clásica plantea la pregunta de si una vibración que produce ondas sonoras las cuales no son percibidas por ningún oyente se considera sonido. Quienes abrazan la visión relativista de la realidad sostienen que no existe dicho sonido, no me imagino lo que dirían sobre los colores si fuéramos todos ciegos. Es por esta razón que el proceso para conseguir la verdad se ha ido modificando a lo largo del tiempo y la veracidad de los hechos y las cosas se asume con base a los puntos en común encontrados por observadores objetivos (instrumentos de medición, todo lo que existe es de algún modo cuantificable).

Nos movemos en un mundo que asumimos como real con base en las probabilidades que nos arrojan dichos observadores. Más allá de la diversidad de versiones que se generan del mundo, todas éstas provienen de una realidad única y absoluta que aunque posiblemente no sea accesible para nosotros, sí existe. Me pregunto cómo hacen para vivir estos relativistas si todo es susceptible de ser falso, no los veo intentando atravesar muros, volando o dejando de comer.

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