La habitación 505 del Hotel AM se abrió por primera vez hace
algunos meses. En ella esperé en medio del humo de unos viejos Lucky Strike que
había guardado hacía cerca de diez años el día en que prometí no volver a
fumar. Me embriagué por cinco días con el alcohol de las memorias que
impregnaban cada uno de los rincones de la estancia. Lo destilé a punta de
recorrerlos y exprimirlos contra mi cabeza. A las diez con cincuenta y un minutos
de la mañana, justo cuando iniciaba el día seis, me asomé por la ventana. Coloqué
un pie en el alféizar y empujé con fuerza. Me quedé allí tambaleando mientras
la ropa se congelaba por pedazos con el viento invernal y los pequeños
carámbanos de hielo que éste traía. Sentí que ya no apestaba más. El olor que
se había acumulado los días anteriores en esa ropa, una que no me quería
cambiar, desapareció. O por lo menos se había neutralizado con el frío.
Abajo en la calle personas y automóviles pululaban. Si bien
era un sector de oficinas, no entendía por qué ese día había una cantidad tan
inusual de taxis negros cuyos modelos no
superaban el año 85. Aún tenía calientes los dedos de los pies. Encontraba mucho
más agradable el contraste del pulgar con el vacío que con la negra lámina de acero sobre la que estaba parado.
Parecía que a excepción de mi cuerpo, el resto de cosas carecían completamente
de color.
In my imagination you're waiting lying on your
side with your hands between your tights.
Al mirar hacia
adentro, la cama estaba vacía. Aun ahora
puedo observar la escena en mi mente como si estuviera pasando ahora mismo. <<Doy
un pequeño salto que me coloca justo frente al radiador que calienta la
habitación. A menos de un paso de distancia está el colchón, me giro y caigo
sobre unas sábanas inmaculadas. Sentado con la cabeza entre las manos y los
codos en las rodillas busco lo que me haga falta para poder salir de allí. Una
media y luego la otra… ¿Dónde dejé mis
zapatos? Creo que uno cayó bajo la cama y el otro quedó junto al vestidor a la entrada del baño. Al agacharme, siento
el calor irradiado por ese acordeón blanco casi empotrado en la pared, las
construcciones de mediados del siglo pasado aún conservan aterradoras calderas
en sus sótanos para sobrellevar la inclemencia del invierno. Sin embargo, el
hotel no tiene más de 10 años de haber sido construido.>>
Efectivamente, encontré mi zapato derecho bajo la cama, me
lo puse y di unos cuantos saltos para llegar al vestidor, algo completamente
absurdo puesto que ya había deambulado descalzo por todo el lugar. Amarré los
cordones del pie izquierdo y me coloqué el abrigo de lana Melton que había
dejado en el perchero de madera junto a la puerta. En cuanto lo tuve puesto
recordé porqué lo había comprado, eran esos sutiles pespuntes que lo ajustaban
a la silueta los que hacían que al usarlo, aun cuando soy bastante cuadrado y
alto, no pareciera un refrigerador. Este simple hecho me hizo sentir erguido y
fuerte, con más determinación que nunca para abandonar la habitación. Vacilé
dos segundos antes de cerrar la puerta con llave.
Ya no se podía extraer una gota más de licor de aquel
cuarto.
***
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