Él se acuesta en su regazo y ella pasa la mano sobre su espalda. No
puede evitarlo, se siente como un gato preparando su lecho... con una mano
rascando aquí y luego allá en un constante vaivén. Al cabo de un rato él se levanta
y la observa en silencio, parece que el tiempo se ha detenido y ella se siente
ligeramente intimidada por aquella mirada penetrante. Él se acerca muy
lentamente… a mitad de camino cierra los ojos y la abraza repentinamente desde
un costado, apoyando la cabeza contra su delicada espalda. Respira hondo.
Aprieta los brazos y los ojos con igual fuerza, como un niño que se niega a
abandonar a su madre. Ella sonríe inmóvil… sonríe tristemente.
Está triste porque sabe que la felicidad de su relación es parabólica.
Partió de un gran impulso reactivo, crece vertiginosamente haciéndose más y más leve hasta alcanzar el
éxtasis, pero este último no es más que el punto de inflexión. Es la levedad
absoluta. Kundera no concluye acerca de la dirección de la misma, se queda en
el debate sin saber si es positiva o negativa dejando entrever su aparente
apatía frente a la posición de Parménides. Sin embargo, pongo a consideración
mi postura en la cual la levedad es neutra, momentáneamente ingrávida y de
cierta forma, dual. Un cuerpo es leve dependiendo del contexto, si me muevo de
la tierra a la luna soy cada vez más leve para el planeta y más pesado para el satélite (y
viceversa), por ende la levedad absoluta es estática. Es por eso que es insoportable, es un estado
inestable que con facilidad adquiere peso en el sentido opuesto al inicial, es
alcanzar la cumbre bajo la zozobra que produce la inminente caída. Y allí se
encuentra ella.
Parecería que tanto Victoria como Andrés se encuentran en el mismo
punto, pero no es así. Si bien ambos muestran felicidad, él ya tiene síntomas
de añoranza y es por eso que se aferra al cuerpo de su novia. La quiere,
recuerda la ingravidez y siente ahora el peso, se acelera en el vacío. Él ya
está cayendo. Y ella lo sabe. No en vano hace poco le era imposible a Victoria
comprender la enorme efusividad de su compañero y más inexplicable aún el desasosiego paralelo a
esta.
La inercia es aquella propiedad que tienen los cuerpos de conservar su
estado de reposo o movimiento a menos que una fuerza externa se aplique sobre
ellos.
En el éxtasis Victoria desea que ésta llegue pronto. Andrés ya la
divisó y la deja acercarse a él.
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